Esta foto fue tomada por el francés Désiré Charnay durante su visita a esta ciudad mexicana en 1858 y es la primera fotografía panorámica de este lugar de la que se tiene constancia. La técnica que utilizó este fotógrafo es una de las más antiguas que se conocen.
Este artista usó como negativos cinco placas de vidrio que estaban recubiertas de colodión, posteriormente se metían en un baño de nitrato de plata y, cuando todavía estaban húmedas se introducían en la cámara. Inmediatamente después de tomar la fotografía era necesario fijar la imagen sobre papel salado antes de que se secara el barniz sobre el vidrio. Esta descripción nos permite formarnos una idea exacta del trabajo de artesanía que implicaba, en aquel momento, realizar una fotografía. Puede que con la digitalización hayamos perdido una parte de esa magia, pero hay que reconocer que la tecnología ha facilitado enormemente el trabajo.
Otra noticia diferente ha llenado las portadas de los periódicos: la primera imagen del universo tras el Big Bang. La fotografía deja ver un óvalo azulado formado por la luz primitiva, congelada en el espacio durante millones de años. La luz que ha captado el telescopio Planck fue liberada cuando el universo tenía menos de 380 mil millones de años y llega a nosotros en la frecuencia de las ondas microondas. No pretendo explicar cómo es posible que esto pueda producirse. Solo quería reflejar la belleza que la ciencia y, en cierto modo, la fotografía nos han mostrado.
La fotografía tiene la magia de transportarnos a otra época, otro lugar, en el que quizás no hemos podido vivir o por el contrario, refrescar nuestra memoria para que no se pierda nada en el universo de información que nos rodea.